Nació en Siena el día de la fiesta de la
Anunciación. A los seis años tuvo una extraordinaria experiencia mística
que definió su vocación, entregándose enteramente a Cristo. Siendo muy
joven y con cierta dificultad, logró hacerse terciaria de la Orden de
Santo donde pese a las consolaciones y visiones, tuvo que vencer pruebas
muy duras. Por revelación divina, la santa salió a trabajar por la
salvación del prójimo, asistiendo a los enfermos en los hospitales en
especial aquellos que padecían enfermedades repugnantes como la lepra.
Poco a poco reunió a un grupo de amigos y discípulos formando una "gran
familia" y que durante la epidemia de la peste, asistieron a casi todos
los enfermos de la ciudad.
La caridad de la santa también se extendía a los condenados a muerte
a quienes ayudaba a encontrar a Dios. Santa Catalina fungió
exitosamente como moderadora entre la Santa Sede y Florencia pues ésta
había formado una liga contra el Vaticano, y que finalmente se llegó a
la reconciliación bajo el Papa Urbano VI. Santa Catalina entonces volvió
a Siena donde empezó a escribir su famosa obra mística "Diálogo de
Santa Catalina" pero paralelamente, la salud de la santa empeoraba
obligándola a soportar grandes sufrimientos. Dos años después del fin
del cautiverio de los Papas en Aviñon estalló el escándalo del gran
cisma, por lo que Santa Catalina se estableció en Roma, donde luchó
infatigablemente con oraciones, exhortaciones y cartas, para ganar
nuevos partidarios al Papa legítimo.
Pero la vida de la santa tocaba a su fin y en 1380 el 21 de abril,
un ataque de apoplejía la dejó semiparalítica y ocho días después murió a
los 33 años de edad.
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